Autoestima
Por qué es tan difícil decir NO
y cómo aprender a hacerlo
Decir
«no» es una habilidad que cuesta, pero que podemos entrenar. Muchas
veces, accedemos a hacer cosas que no queremos por miedo a lo que otros
piensen de nosotros, por ganas de «pertenecer» o
simplemente porque, con anterioridad, las reacciones al negarnos no nos dejaron
buenas experiencias.
El trasfondo de esta actitud, en ocasiones, está ligado a
una baja autoestima, y esta autopercepción pésima hace que busquemos la manera
de complacer a otros para sentirnos bien con nosotros mismos. También tiene que
ver con factores como normas culturales, estilos parentales y ansiedad social,
por ejemplo.
No importa si es en lo familiar, académico o laboral; aceptar peticiones solo para satisfacer las necesidades ajenas, sin priorizar nuestro bienestar e intereses, acaba por sobrecargarnos y volvernos sumisos. Acompáñanos a descubrir por qué siempre cedemos a solicitudes que quisiéramos ignorar y cómo rechazarlas desde la asertividad, sin sentirnos mal por ello.
1. Quieres
agradar
Negarte a hacer cualquier cosa no siempre causará una decepción o
desatará un conflicto. Esta idea solapa lo que la
aceptación en contra de tu voluntad podría causar. Quizás quieres rehusarte a
la petición porque estás ocupado en ese momento y no debes retrasarte, o porque
lo que te piden genera un miedo profundo que no quieres enfrentar. Pero es ese deseo de agradar lo que empuja a decir que «sí».
En estos casos, se pretenden satisfacer las expectativas de los demás, debido a que lo asociamos con la aprobación, el reconocimiento y la aceptación (Terkeurst, 2017). Ocurre, sobre todo, cuando la persona que pide el favor es alguien que nos cae bien; como no queremos fracturar esa relación agradable, nos ponemos en segundo plano y somos incapaces de decirle «en estos momentos no puedo ayudarte».
La imagen que tenemos dentro de nuestro círculo
de amigos acaba otorgándonos un rol que,
a veces, ni siquiera pedimos ni buscamos, pero que nos sentimos forzados a ejercer.
Supongamos que cuando salen de fiesta se la pasan muy bien y bailas hasta que la música deja de sonar. Es válido si un día decides no ir, el problema se presenta cuando tus amistades te atribuyen el papel del «alma del grupo» y te convences de que sin ti serían incapaces de disfrutar. Aunque preferirías este sábado por la noche quedarte en tu cama, ellos insisten y sientes la errónea obligación de acompañarlos para que se diviertan.
Interactuar
en las situaciones cotidianas forma parte de los roles
que desempeñamos en la sociedad y que determinan lo que los
demás esperan de nosotros (y viceversa). Pero no quiere decir que siempre
estemos accesibles por considerar que al cumplirle a otros nos aceptarán, pero
al cumplirnos a nosotros seremos ignorados.
3. Por lo vivido en experiencias pasadas
Si en
el pasado tuvimos el valor de decir que «no» y recibimos
críticas, señalamientos y reproches, para que no pase otra
vez, quizás nos cueste más expresar una respuesta negativa.
4. No sabes poner límites
Hacemos
cosas en contra de nuestra voluntad porque no reconocemos hasta dónde
podemos y queremos priorizar nuestras necesidades o las de otros.
Hay que establecer límites, por el bienestar personal, por
respeto hacia uno mismo y por liberarnos de todo lo que sea impositivo. Fijar
límites es un modo de reforzar la autoestima y cultivar relaciones sanas y
equilibradas.
5. Inseguridad personal
Si no
tenemos confianza en nosotros, lo más probable es que nos abrume la
inseguridad personal. A
alguien con esta particularidad siempre le preocupa fallar. Es así como convive con un problema emocional, que sería
la base de su pasividad y uno de los motivos para ceder constantemente.
En No
diga sí cuando quiera decir no: Aprenda a comunicarse de forma asertiva (2017),
Jean Herber explica que las consecuencias de este
comportamiento son la «falta desarrollo personal y de éxito, angustia mental y
síntomas psicosomáticos que van desde fatiga, úlcera,
migraña e impotencia».
6. Sientes culpa
Royal
Society Open Science sugiere que la
culpa es más poderosa si surge entre amigos cercanos, porque existe un temor a
que se rompa la relación. Además, aclara que el contexto
relacional es fundamental para que dicho sentimiento sea determinante. De ahí
que decir «sí» pueda asociarse con la prevención de amistades fracturadas, la
intención cooperativa que caracteriza a muchas personas y la evitación de
sentir culpa, además de dañar un vínculo tan importante como la
amistad.
7. Temes al rechazo y la exclusión social
Un
artículo en Dialogues in Clinical
Neuroscience argumenta que el comportamiento
humano, en gran parte, es afectado por el deseo de evitar el rechazo de otras
personas. Si nos rechazan, entre otras consecuencias, sentimos soledad,
vergüenza y ansiedad. Entonces, nos comportemos de formas
que mantengan en buen nivel nuestras relaciones interpersonales.
Así las cosas, otro de los motivos que nos impide decir que «no», es ser rechazados por quienes integran nuestro entorno. Hasta llegamos a interpretarlo como un castigo que conduciría, posiblemente, a la exclusión social. Es en este escenario que, por ejemplo, acabamos en una fiesta donde no conocemos a nadie y a la que nunca quisimos ir, porque creemos que quien nos invitó nos excluirá de sus próximos planes si no lo acompañamos.
¿Cómo aprender a decir «no»?
Usa la asertividad
Leon
Simodns, escritor experto en autoayuda y crecimiento personal, señala que decir
«no» con asertividad implica firmeza y aclarar que nuestra decisión no supone
nada personal, de manera que no caigamos en
manipulaciones ni dejemos que otros rompan nuestros límites.
Ejemplo: Carmen le pide a
Claudia que la ayude a organizar una verbena en su comunidad, pues ella siempre
colabora en todas las actividades; pero esta vez, por temas de trabajo, Claudia
casi no tiene tiempo libre. No quiere quedar mal con sus vecinos, por eso le
dice a Carmen: «Te ayudaría con todo gusto, pero ahora no puedo tomar ese
compromiso. Debo cumplir con otras responsabilidades».
Piensa primero
en ti
Ejemplo: Carlos le pide a su mejor amiga María que lo acompañe a la fiesta de unos amigos. Ella no quiere ir, porque sabe que se encontrará con personas que no le agradan, pero no le quiere quedar mal a Carlos. Sin embargo, se puso en primer lugar y le respondió: «No me sentiré cómoda en esa fiesta por (el motivo). Prefiero acompañarte otro día a otra actividad».
Establece tus
límites
Ejemplo: En la oficina de Juan organizan el cumpleaños del jefe y cada compañero debe colaborar llevando comida, además de aportar dinero. Para no desajustar su presupuesto, Juan no puede con ambas cosas, así que le dice al organizador: «Puedo traer un postre, pero la verdad es que me es imposible colaborar con dinero; sin problemas, lo haría en otra oportunidad».
No demores tu
respuesta
Ejemplo: Alberto le pide a su profesora Julia que sea su tutora en la tesis para su grado en Ingeniería. Aunque ella quisiera ayudarlo, por complicaciones de salud, lo conveniente es no sobrecargarse de responsabilidades. Como respuesta, ella de una vez le dice: «No podré atenderte, pero te recomiendo a la profesora Diana, quien también es especialista en el área».
Sé honesto
Ejemplo: Cada fin de semana, Lucía acompaña a su suegra a la iglesia. Pero siente que puede expresar su fe de otra manera, sin necesidad de asistir a un templo. Una mañana se armó de franqueza, diciéndole: «Me gusta el rato que compartimos en misa, pero preferiría practicar mi fe con servicios sociales o de otra manera. Puedo acompañarte algunas veces, pero no siempre. Este fin de semana no asistiré a la iglesia».
No dejes que la culpa te carcoma por
decir «no»
En su libro Aprende a decir «no» sin sentirte culpable (2023), David Sandua resalta que priorizar el bienestar propio nos pone en una posición más fuerte para ayudar cuando de verdad podemos hacerlo.
Hay que entender que esta decisión, a veces, trae críticas u otras reacciones desagradables. Pero ten en cuenta que somos responsable de nuestras palabras y acciones, no de las ajenas. No permitas que la culpa te martirice. Siempre que actúes con claridad, asertividad, respeto y honestidad, abonas el terreno para que tus relaciones no resulten afectadas por darte la importancia que mereces.
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·
El cáncer metastásico es cuando el tumor
se extiende a otras partes del cuerpo.
·
Generalmente se considera un cáncer
avanzado.
·
El tratamiento debe tratar todas las
metástasis y el tumor primario.
¿Cómo se trata el cáncer metastásico?
·
Se puede tratar con quimioterapia,
radioterapia, cirugía, fármacos biológicos, terapia hormonal, o inmunoterapia.
·
En algunos casos se pueden usar procedimientos
que utilizan calor o frío para destruir las células cancerosas.
¿Qué pronóstico tiene el cáncer metastásico?
·
En general, el cáncer metastásico tiene
un mal pronóstico.
·
Sin embargo, algunos tipos de cáncer,
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¿Qué se puede hacer para aliviar los síntomas?
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