Historias y Reflexiones
Ahora no sé cómo lo haré, pero lo conseguiré
Hay muchas
situaciones que ahora, con perspectiva, me dan la sensación de haberme
superado demasiado teniendo en cuenta el peligro que suponían realmente. En esos
momentos, el mayor drama que existía era el que yo recreaba en mi mente.
No obstante, aún existen muchas creencias y puntos de vista que tengo que
revisar y en los que de alguna manera tengo que encontrar la calma.
Lo conseguiré,
siempre y cuando me arriesgue, siempre y cuando afronte mis miedos y lo haga
apartando la idea de que son un motivo para desistir.
Los finales siempre son nuevos comienzos
Los finales
aterran. Esa tristeza que nos aborda cuando termina nuestra serie o
libro favorito, ese miedo que nos invade ante la posibilidad de romper con una
relación y destrozar la idea del amor para toda la vida provocan en nosotros
una sensación que buscamos evitar a toda costa.
Sin
embargo, esto también impide que tomemos decisiones que nos beneficiarían. Por ejemplo, no es negativo
romper una relación a la que en realidad ya nada nos une más allá de los
recuerdos; una relación que en el presente incluso nos puede estar haciendo
mucho daño. No obstante, creemos todo lo contrario y mantenemos nuestra
posición, abrigados por una falsa sensación de fidelidad al otro, mientras nos
traicionamos a nosotros mismos.
En
ocasiones, romper o dejar atrás algo no es una decisión que podamos tomar. A
veces, son las circunstancias las que nos obligan a cerrar
un ciclo y además lo hacen sin darnos opción a
retrasar ese momento. Esto supone un duro golpe para nosotros. Pues no estamos
preparados para esto y, tampoco, es algo que en realidad deseemos.
A todo lo
duradero, eterno y seguro lo consideramos algo bueno, a todo lo contrario como
negativo. Así nos lo han enseñado desde pequeños, lo que ha provocado en
nosotros esa tendencia a apegarnos a diferentes objetos, situaciones y
personas. Por eso nos cuesta tanto soltar, dejar ir y tomar decisiones que
impliquen un punto y final.
Conseguiré
cerrar esa puerta que me abrirá nuevas y mejores posibilidades, conseguiré
observar los fracasos como éxitos personales.
Los finales cierran un ciclo, es verdad. Etapas que llegan a su fin y que no tienen vuelta atrás. No se podrá rebobinar la cinta, no hay posibilidad de que el pasado vuelva a ser presente. Sin embargo, no somos conscientes de que todo final también implica un principio: nuestro miedo ciega esta realidad. Si algo finaliza, esta es una excelente oportunidad para pensar en recorrer nuevos senderos con la fortaleza que esa experiencia nos ha proporcionado.
Cuando la vida se pone difícil, podemos derrumbarnos pero no
entregarnos
Desechemos esas
creencias en las que se afirma que todo final es la materialización de un
fracaso. Esto no nos aporta nada más que frustración y una gran
angustia que nos paraliza y evita que tiremos hacia adelante, daña
nuestra autoestima, pensando que en nosotros existe una especie de magia negra
con la fuerza suficiente como para terminar con cualquier proyecto que merezca
la pena.
Tenemos
una resistencia mayor de la que pensamos, una capacidad para coger impulso en
el fondo de la que a veces nuestro olvido da buena cuenta. Hay muchos momentos
vividos en el pasado en los que consideramos que todo se había terminado para
nosotros, pero cuando
menos lo esperamos surgieron nuevas oportunidades.
Duele terminar
con una situación en la que hemos sido felices, que nos ha brindado tantos momentos buenos.
Nos “acostumbramos” a la seguridad que nos proporcionan las rutinas. Lo
que no se sale de lo cotidiano y que nos hace sentir confortables y con la
certeza de que todo irá bien.
Estamos muy acostumbrados a nuestra zona de confort:
cálida, plácida, amable. Nos sentimos muy a gusto en ella, pero también llega
el momento en el que permanecer demasiado tiempo en ella supone un
estancamiento. Además, por muy seguros que deseemos estar, las adversidades,
los problemas y las dificultades siempre nos estarán esperando para ponernos a
prueba.
La zona de
confort me protege, pero del exterior, no de mí misma.
Así que llegados a este punto estoy segura de que conseguiré ver las circunstancias más desagradables como una oportunidad y no como un infortunio. Porque tras esquivar varias situaciones en las que tenía que tomar decisiones, tarde o temprano me terminaré encontrando en un callejón sin salida en el que, sí o sí, pondré a prueba mi determinación.
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¿Sabías
que el cerebro consume el 25 % del oxígeno que entra en el cuerpo? Cuando no
recibe la cantidad necesaria, aparecen síntomas como falta de concentración y
el cansancio. En este artículo descubrirás cómo mantenerlo oxigenado y cuáles
son las señales de que no lo está.
Mantener oxigenado el
cerebro es esencial para garantizar que funcione de manera adecuada. Este órgano
consume el 25 % del oxígeno que entra en el cuerpo y cuando no recibe la
proporción necesaria se manifiesta en agotamiento, la dificultad para
comprender, la falta de concentración e incluso la depresión. A largo plazo
sería causa de problemas más graves, como un accidente cerebrovascular.
Hay
algunas señales sutiles de que el cerebro no cuenta con suficiente oxígeno. Por
ejemplo, tener olvidos frecuentes o distraerse con facilidad; se suman la sensación
de fatiga, sin que haya motivo para ello, o el estado de ánimo abatido
ocasionalmente. Ante todo esto, hoy hablaremos acerca de la importancia de la
oxigenación cerebral y cómo lograrla.
«Todo hombre puede ser, si
se lo propone, escultor de su propio cerebro».
-Santiago Ramón y Cajal-
Mantener oxigenado el cerebro
Ahora
bien, otro elemento que impide una correcta oxigenación del cerebro, como ya lo
habíamos mencionado, es la ansiedad. Cuando aparece, aumenta la producción de
cortisol, la famosa hormona del estrés.
Esta
sustancia tiene efectos fisiológicos que reducen la capacidad del organismo
para llevar oxígeno al cerebro. Entonces todo se convierte en un círculo
vicioso: a más estrés, menos
oxigenación; y a menor oxigenación, más estrés.
Durante la práctica de ejercicio físico se liberan
sustancias mensajeras en la sangre que viajan al cerebro e influyen en su
dinámica.
Métodos para mantener oxigenado el cerebro
El
cerebro requiere como combustible constante el suministro de alimentos de calidad, que
le aporten vitaminas, minerales y antioxidantes para un óptimo funcionamiento.
Por otra parte, el aumento de los síntomas de
la ansiedad está vinculado a los niveles de oxígeno en la sangre.
La
postura corporal
La
respiración
Bostezo
energético
Siempre que haya buena respiración se
facilita el acceso del oxígeno al cerebro.
Un estilo de vida saludable
En los últimos años, los suplementos de proteínas en polvo se
han convertido en un aliado para muchas personas, en especial para quienes
buscan mejorar su rendimiento físico. Sin embargo, también juegan un papel
fundamental en la mejoría de la salud mental.
1. Tienen un efecto neuroprotector
Aunque
los estudios sobre estos efectos se han realizado en animales, los resultados
preliminares sugieren que podrían ofrecer beneficios neuroprotectores también
para las personas.
2. Promueven el desarrollo de la masa muscular
3. Contribuyen a controlar la sensación de hambre
4. Estimulan la memoria
Los
péptidos presentes en la proteína de suero ayudan a mejorar la memoria al
activar la sinapsis entre neuronas. Además, puede ayudar a mantener el cerebro
en su mejor forma, ya que protege las neuronas. Por lo tanto, podría tratarse
de un manejo dietético posible para proteger contra el deterioro de la memoria.
5. Mejoran el estado de ánimo
Cómo tomar proteína en polvo
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